jueves, 10 de noviembre de 2016

Nunca dejen de creer, la frase de Hillary Clinton

"Never stop believing that fighting for what’s right is worth it. It’s always worth it" 

Hillary Clinton, Noviembre 2016 


Esas palabras quedaron muy grabadas en mi mente durante el miércoles posterior a las elecciones en Estados Unidos, en el que todo lo que leía era preocupación,fatalismo, enojo; y cómo no sentir  eso cuando el discurso de odio ganó en pleno siglo XXI en el país más poderoso del mundo.

Despertamos pensando que la frase "Presidente Donald Trump" era una pesadilla, una broma de mal gusto, no sólo para los americanos, también para nuestro país y para todo el mundo porque las consecuencias de las decisiones que tome esta nueva administración repercutirán a nivel global, ya que como destaca El País en su editorial “EE UU es la clave de bóveda del orden internacional: si se retira esa pieza, ese orden se convertirá ipso facto en aquello con lo que tanto sueñan en Moscú, Pekín y otras capitales: una jungla en la que impere la ley del más fuerte”.

Por ello, el discurso de concesión de Hillary Clinton fue una bofetada para toda la desesperanza que deambula por una infindad de lugares. Porque qué será de nosotros si nos dejamos ganar por esa intolerancia. Estaríamos dando el triunfo absoluto a un movimiento que construye muros en lugar de puentes. Borraríamos el largo camino y sacrificios que muchas personas abrieron con gran esfuerzo y entusiasmo para construir un mejor entorno para las nuevas generaciones. Cederíamos a la irracionalidad y optaríamos por vivir en desasosiego.


Desafortunadamente la historia nos ha demostrado que lo más peligroso que puede existir para una sociedad es un líder perverso en el poder. Pero también nos ha enseñado que pese a los escenarios más adversos, no se puede claudicar. Que las personas que creemos en la igualdad, la humanidad, en los derechos humanos debemos unirnos, pensar en cómo cambiar esa realidad adversa ya sea desde el ámbito público, la sociedad civil, la academia, desde los medios de comunicación, desde cada trinchera. 

Son tiempos difíciles para los soñadores, como publiqué con una imagen en mi Facebook. Sin embargo, dejar de creer y de luchar por lo que es correcto y por el futuro que muchos soñamos, sería darle la verdadera victoria a ese movimiento. 

jueves, 1 de septiembre de 2016

¡Gracias Juan Gabriel!


Desde chiquita me ha gustado muchísimo bailar, por ende los primeros recuerdos que tengo son las fiestas de mi familia donde bailaba con mi papá y mis tíos al son de 'Hasta que te conocí' y 'Querida'. Ese es el primer recuerdo que tengo de Juan Gabriel. Esa música que me hacía feliz a pesar de que no tenía mucha noción de lo que decían las letras.  

Pasó el tiempo y Juan Gabriel siguió siendo parte de mi vida. Hace un par de años cuando estaba en la universidad me involucré en una planilla para la mesa directiva de Relaciones Internacionales, carrera que estudié en la UDLAP, en Puebla.  Estábamos en una reunión un jueves por la tarde en casa de la que competía para ser la Presidenta. Por ahí de la media tarde alguien dijo ¡hoy está Juan Gabriel en el palenque de Tlaxcala! ciudad que es muy cercana a donde vivíamos. Sin pensarlo dos veces compramos los boletos los que estábamos en esa junta y también se sumaron algunos amigos de los que estaban ahí. En la noche partimos rumbo a la fiesta en mi camioneta (algo que tenía prohibido por mis papás, pero con tal de estar ahí me importó poco ¡lo siento!). 

Llegamos al palenque justo en el momento en el que Juan Gabriel empezó a cantar, y a partir de ahí todo fue increíble. Cantamos, bailamos, tomamos, nos hicimos amigos de las señoras que iban con sus familias, pero que como amaban a Juan Gabriel y éramos una fiesta rodante, se unían a nosotros.Fue una noche épica, de esas dignas de recordar de lo bien que la pasas y que siempre que piensas en ello, se te hace una sonrisa en la cara. Pero eso no fue lo mejor de todo, sino que a partir de ahí varios de los que íbamos en la camioneta nos haríamos mejores amigos. 

Esa historia ocurrió hace 10 años, hemos pasado por desamores, exámenes profesionales, graduaciones, matrimonios, vivir fuera de México, entrar al mundo profesional, hijos y aunque hemos cambiado y experimentado un montón de cosas, seguimos siendo esos chamacos de 19 años que sin querer encontraron en una fiesta a sus hermanos de la vida. 


Por eso te doy gracias Juan Gabriel, porque tu música no sólo me remonta a mi feliz infancia, también me unió a personas que han tenido un significado muy especial e importante en mi vida. 

Simplemente ¡GRACIAS!